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¿Caballero u hombre de mundo?



Hace unos días me dirigía hacia la farmacia con mi típico trote cochinero para adquirir las drogas legales que calmasen el dolor de mi dedo, mientras que en el sentido contrario caminaba con paso decidido una señora de mediana edad. A pesar de su agilidad, mis largos pasos me permitieron llegar antes a la entrada de la botica. Gracias a la educación inculcada por mis progenitores, al advertir que la citada mujer ya alcanzaba la farmacia, como un caballero que soy (¿era?), abrí la puerta y le permití pasar ("después de usted")...



Puerta


Uno se pregunta, ¿por qué se supone que nosotros debemos ser caballeros y ellas no tienen porqué comportarse como damas? Quizá sea una interpretación errónea mía y realmente sí se comporten como tal, mas ya es mala suerte que fui a dar con alguien que no ha recibido una eduación correcta (con lo cual me hago una idea de cómo debe ser el comportamiento de sus hijos).

¿Se imaginan lo que paso, no? Efectivamente, la ciudadana ni corta ni perezosa se acercó al mostrador y pidió sus artículos a la única dependienta que se hallaba en ese momento atendiendo al cliente. No se crean que la cosa fue rápida: 15 minutos (reloj en mano) estuvo pidiendo cosas (cuando parecía que ya había acabado, recordaba algo más... "ahh una caja de Aspirinas... Casi mejor me das también un AfterBite porque nos vamos a Madrid a pasar unos días y al peque le pican muchísimo... Dame también un... y un... y un...").

Con lo bien que hubiera quedado la señora devolviéndome la cortesía, cediéndome el turno, que además lo mío fue una cosa rápida, de menos de 2 minutos, sin contar que yo estaba aguantando los pinchazos que me daba el dedo (bueno, eso es algo que la señora no podía saber, aunque podría adivinarlo por los aspavientos que hacía). Yo aguanté como un solo hombre, sin decir ni mú, tan sólo le lancé a la señora una mirada de esas que si matasen, la sociedad me premiaría por librarnos de las de su condición.

Recuerdo que en mis tiempos de estudiante me paso también una cosa curiosa, estaba yo cómodamente sentado en el autobús (que iba lleno) y en una parada se sube una mujer embarazada, yo caballerosamente le cedí mi asiento (dos compañeros que iban sentados detrás de mí también se levantaron para lo mismo, todo hay que decirlo). La mujer agradeció el sitio y al llegar su parada de bajada, dejó el asiento libre. Dado que iba lleno el autobús, no pude acceder de nuevo al sitio que le cedí hasta pasados unos segundos, momento que aprovechó una joven estudiante para sentarse sin miramiento alguno (no se puede decir que no conociera la situación ya que llevaba allí el mismo tiempo que yo). Los dos compañeros se rieron y uno de ellos comentó en voz alta: "Tenías que haber puesto en el contrato que RECUPERARÍAS TU SITIO..."

Este asunto de ser un caballero me hizo recordar lo que una vez escuché a los Gomaespuma ver enlace en una ventana nueva:

"¿Sabes cuál es la diferencia entre un caballero y un hombre de mundo? Un caballero cuando irrumpe en un baño y hay una dama duchándose, se disculpa de la forma: Perdóneme usted, señorita. En cambio el hombre de mundo lo hace más hábilmente: Discúlpeme usted, caballero".
Y ustedes qué prefieren ser: ¿caballeros u hombres de mundo?



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